viernes, 14 de mayo de 2010

De qué viven los escritores argentinos

Cultura

Por la venta de un libro “exitoso” ganan un promedio de 830 pesos mensuales

De qué viven los escritores argentinos

Pocos pagan las cuentas gracias a los derechos de  autor. Un repaso de los oficios paralelos a la escritura, desde Héctor Tizón, juez, hasta Félix Bruzzone, limpiador de piletas. Hablan Ariel Magnus, Claudia Piñeiro, Leonardo Oyola, Carlos Chernov, Juan Incardona, Germán Maggiori, Fabián Casas y representantes de editoriales.

Nota completa publicada el 11/04/2010 en Critica online por Iván Schuliaquer 

(http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=22675)

“Cuando me pregunten por la literatura argentina, voy a decir que el escritor que tiene más futuro trabaja limpiando piletas”. La frase de un periodista chileno, que hace referencia a Félix Bruzzone, sirve para ilustrar la realidad de quienes se dedican a la literatura en el país. Lejos del lugar en el que muchas veces el imaginario popular los sitúa, los escritores no sólo no viven en una casa aislada, en la montaña o frente al mar, sino que tampoco manejan sus tiempos ni se dedican sólo a escribir literatura. La realidad muestra que son pocos los autores que en Argentina viven de lo que escriben. Pablo De Santis, Federico Andahazi, Claudia Piñeiro, Guillermo Martínez y no muchos más.

Un cálculo rápido: del precio de tapa de un libro, un 10 % queda para el autor. Según editoriales, la tirada promedio de una novela nacional va entre los dos mil y los tres mil ejemplares. Si bien no hay un registro centralizado y público que permita saber cuánto venden los libros, tanto en Sudamericana como en Planeta dicen que cuando de literatura argentina hablamos, y exceptuando a los pocos escritores que son garantía de ventas masivas, un libro que vende dos mil ejemplares es considerado exitoso. Por un libro que tiene un precio de tapa de 50 pesos, un autor percibirá por dos mil libros un total de diez mil pesos. Si tuvo suerte y la producción de la novela le llevó sólo un año, le quedarían, en promedio, 830 pesos por mes.


La mayoría de los escritores trabajan como periodistas, traductores, correctores, editores, guionistas, libreros, dan talleres literarios y/o clases en la universidad. Pero también hay otros que se dedican a asuntos distantes de la literatura: entre los narradores nacionales hubo remiseros, vendedores ambulantes, cadetes, repositores de supermercado y fumigadores.


Sigue... (http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=22675)

Cuánto se paga por leer o traducir


Las ocupaciones más comunes entre los escritores les permiten cobrar, según estimaciones promedio:


- Crítica de libros para un medio gráfico: entre 120 y 300 pesos.


- Lectura de originales de novela para una editorial: entre 150 y 250 pesos.


- Corrección de un libro: se cobra por página y el promedio va entre los cuatro y los cinco pesos por carilla. Por un libro promedio se puede cobrar entre 800 y 1.200 pesos.


- Las traducciones se pagan según el idioma. No es lo mismo el inglés que el alemán, ni el alemán que el japonés: el precio promedio para el inglés es 40 pesos cada mil palabras. El total por un libro de 200 páginas ronda los 3.200 pesos.


- Un ayudante de primera con dedicación semiexclusiva en una universidad, 20 horas cátedra semanales y antigüedad promedio cobra alrededor de 1.750 pesos.


- Los talleres de escritura varían según la carga horaria y el lugar, además del prestigio del profesor; si es particular van entre los 120 y los 300 pesos por asistente, si es en un centro cultural el tallerista puede cobrar entre 250 y 600 pesos.


Roberto Bolaño, el guardia del camping

Por Roka Valbuena


Antes de lograr el verdadero reconocimiento con su novela Los detectives salvajes, publicada a sus 45 años y premiada con el Rómulo Gallegos en 1999, Roberto Bolaño fue un espartano que, por años, vivió con lo justo. Fue un trashumante que viajó por los países tomando y dejando oficios. El autor chileno, que no terminó el colegio y sólo parecía obsesionado con la literatura, se hizo un experto en trabajos esporádicos. Según parece, y como es habitual en muchos artistas, los trabajos para Bolaño sólo eran importantes para que pudiera subsistir el escritor.


Desde fines de los años setenta se instaló en España y trabajó en cualquier empleo que se le cruzara por delante. Su único requisito era que le diera tiempo para escribir y, fundamentalmente, para leer. Trabajó como camarero y vendedor hasta llegar, en los años ochenta, al oficio que más orgullo le dio: su mítico puesto de vigilante nocturno en el camping Estrella de Mar, en Castelldefels, cerca de Barcelona. El propio escritor dijo que fue el oficio en que mejor se desempeñó. También, como muestra de su aptitud, ha dicho que nadie robó mientras él estuvo allí. Impidió peleas que pudieron haber terminado muy mal. Y una vez evitó un linchamiento a un tipo que, tal cual confesó el escritor, él mismo hubiese linchado. Por supuesto también aprovechó esas noches asalariadas tanto para leer como para escribir. De hecho, muchos de sus personajes se desempeñan como vigilante nocturno de camping. Después de un tiempo esas noches dieron frutos. Bolaño empezó a publicar sus mejores libros. Y así, recién a los 45 años, tras obtener importantes premios, pudo vivir del empleo más estable que tuvo en su vida: escritor.